Mié. Mar 22nd, 2023

El que resiste no siempre vence. Que se lo digan a España. El valió contra Noruega en cuartos, pero se quedó corta ante Dinamarca en semifinales. No hubo más jugo que expresar la naranja de la selección en la búsqueda de la finale. Volvió varias veces, sobre todo cuando su acta de defunción ya estaba sobre el parque de Gdansk en la segunda mitad. Hoy es inventado a final suspense donde parecía no haber nada, pero hasta ahí le alcanzó un equipo que dio síntomas de extenuación después de los 80 minutos de agonía de hacía dos días.

Insistió tras el 10-15 del descanso, volvió del 15-20, rebeló ante el 20-25 y dispuso de una penalización a falta de 50 segundos para ponerse a uno. Por un momento, el pabellón volvió al drama frente a Noruega. ¿Serían capaces de hacerlo otra vez? Esta vez no. Falló Ferrán Solé el siete metros y ahí, y solo ahí, presentó bandera blanca. Enfrente encontré con un Niklas Landin colossal bajo palos, decisivo de punta a punta del chocque. MVP con 15 juegos y un 43% de out. La réplica de un gran Gonzalo Pérez de Vargas con 14 intervenciones y un 35%, sin embargo al portero toledano le faltaron más aliados, pesa contra un militar de alta graduación, Álex Dujshebaev.

El mayor de la saga fue el que activó el intento español después de un primer acto muy gris. No paraba de hacer gestos de contrariedad en un conjunto que pareciera entregado suerte. Empujó y empujó, el rival se frenó, aunque el sentimiento general es que, pesa que las distancias nunca fueron insalvables, la piel del partido lossnecía la tiene el danés, que no hace falta la actuación deslumbrante de Mikkel Hansen (cuatro dianas) ni de Mathias Gidsel (tres; había sumado 51 hasta entonces). La estrella fue Landin, que condujo a los suyos al encuentro 27º seguido invicto en un Mundial (no cae desde 2017) y, por encima de todo, su tercera final consecutiva. Nadie pegó un triplete seguido en un Mundial. El domingo tiene una misión histórica. España perseguía su tercera final y ahora deberá aspirar, que no es poco, al bronce.

El primer director del ataque español fue Pol Valera, novato en estas alturas y repescado a la mitad del Mundial por la lesión de Tarrafeta. ¿Quién dijo miedo? Y menos después de esquivar mil balas contra Noruega. El chaval ejecutó el primer lanzamiento de la selección (detenido) y no tardó en anotar su gol. Enfrente, sin embargo, se movía una máquina sobrada de recursos y muy difícil de frenar. El pivote Saugstrup empezó perforando desde los seis metros, se le unió el jovenzuelo Pytlick -una de las sorpresas danesas del torneo-, el martillo de Mikkel Hansen que nunca descansa y, por encima de todos, el ventilador de Niklas Landin, que las paraba de todos los estilos. The ayudaba entonces la poca luz de los hispanos en las maniobras ofensivas, escasos de paciencia, pero de postre también sacaba las imposibles, como a Maqueda y Dani Dujshebaev a bocajarro. 5-9 en el minuto 16 y Hansen asistiendo de espaldas en superioridad numérica.

En España, que venía de la batalla contra Noruega, la faltaba una marchaba, más gracia en ataque. Aunque no la portería, otra vez Pérez de Vargas sosteniendo el fuerte. Una peea de gallos de primera entre el toledano y Landin. El fue quien activó la reacción de la selección (10-11 en el 25), pero en el pabellón anfiteatro de Gdansk no se respiraba a esas alturas sangre en la orilla hispana. Faltaba puñetazo, así que Dinamarca, que no acostumbra a demasiados indultos, volvió a estirarse al descanso (10-15). Los 10 tantos de los muchachos de Jordi Ribera dejaron claro que el ataque resultó un dolor. Por las dificultades de la defensa y la gracia de Landin. Ni el balonmano ni el lenguaje gestual de los muchachos de Ribera incitaban a esperar otra gesta.

La espera entró en un plácido intercambio de golpes entre ambas trincheras; lo ideal para los daneses. La gente asistía en paz tiene un desprendimiento que parecía cantando. Yes ese fue el merito de España, abrir lo que no parecía no existir. Ya se había acercado hasta un 20-21 y luego del 20-25 a falta de tres minutos se pasó a un 23-25 ​​con una diana de Kauldi Odriozola. Y encima Pérez de Vargas el detuvo un penalti a Mikkel Hansen a falta de un minuto y ocho segundos. Y luego Dani Dujshebaev forzó otro con 50 segundos aún en el alero. Se podria poner a uno. Se podía, pero no lo consiguió. Niklas Landin sacó pecho y cerró la trama. El depósito de España no dio más de sí.

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