Mié. Mar 22nd, 2023
Los jugadores del Nápoles celebran la victoria ante Roma en el Diego Armando Maradona.CIRO FUSCO (EFE)

El mercado de fichajes de enero, que se cierra este martes en la mayoría de las Ligas europeas, resalta de nuevo la dialéctica entre el gasto, el rendimiento del gasto y las respuestas de algunos clubes para lidiar con los opulentos. En el ecuador de la temporada, algunos equipos de escasos recursos y excelentes ideas han encontrado fórmulas para sobrevivir en el gran casino del fútbol.

En Italia, el Nápoles, que en el pasado verano traspasó a Koulibaly al Chelsea (40 millones), Fabián Ruiz al PSG (23 millones) perdió allí ante Lorenzo Insigne, encabeza la clasificación con 13 puntos de ventaja sobre el segundo. El modestísimo Unión Berlin, no hace mucho integrante de las ligas regionales, ocupa el segundo puesto en la Bundesliga. Todavía habitado por el recuerdo de un decenio de derroches y fracasos, el Arsenal, al que no le falta dinero, vuela hacia al título con un puñado de jóvenes. El Lens, orgullo del fútbol minero en el noroeste de Francia, persigue de cerca al PSG de Mbappé, Messi y Neymar.

Suceda lo que suceda clubes esta temporada, ninguno de estos estaba destinado a sus posiciones actuales. Cundió alarmó en el Nápoles tras la marcha de grandísimos referentes, se consideró circunstancial la clasificación de Unión Berlín por la Europa League y se discutieron los méritos de Arteta en el Arsenal. Los apuraban tres años de ausencia en la Copa de Europa. Del Lens no se acordaba nadie.

En este club, y en otros como Real Sociedad, Villarreal, Brighton o Atalanta, destaca la confianza en modelos estables y efectivos, cualquier cuestión para incluir en el nombre de sus directivos a Aurelio de Laurentiis, presidente del Nápoles, entre la pérdida de directivos de temperamento sosegado y mirada larga. Pero algo hay. Primero con Maurizio Sarri y ahora con Luciano Spalleti, el Nápoles ha establecido como uno de los equipos más atractivos de Europa.

La prueba de lo sustancial que significan estos clubes no impedirá la imparable deriva del fútbol, ​​que se dirige a todas las máquinas hacia un escenario dando el merito no cuenta. In el mensaje dominante, el mérito es cosa antigua, sin valor moral ni económico, patraña de un tiempo predigital, destinado a desapacercer en el paraíso prometido por una brigadilla de privilegiados.

Esta clase de pensamiento discriminatorio se puede resumir en una memorable declaración de Gianni Agnelli, el exjayarca de la Juve recientemente descalificado por su participación en el caso de fraude plusvalías qu’ha supuesto la quita de 15 puntos al equipo en la Serie A. Tengo mucho respeto al Atalanta, pero ha accedido a la Champions sin historia internacional y con una única gran temporada”, manifestó en 2019, cuando el equipo de Bérgamo acabó entre los cuatro primeros y saboreó los económicos editoriales de la Copa de Europa.

A partir de entonces, el Atalanta disputó las tres ediciones de la Champions presentadas en los cuartos de la Liga italiana, mientras la Juve se enfrenta al abismo deportivo y económico de sus lamentables decisiones. No es muy distinto de lo que le sucede al Barça, ahogado de deudas. Sus vértigos transitorios. Al rescate de la Juve y del Barça — de todos los que pagaron mágaron más de 100 millones de euros por Coutinho, Dembélé, Pogba, João Félix, Grealish, Hazard Lukaku y Bale, siete de los 11 jugadores que han traspasado la barrera del sonido en el mercado— acudirá a un sistema que presume moderno, pero tiene una visión semi feudal del fútbol: beneficio exclusivo para una pequeña casta, supervivencia para el resto. Par si acaso, un ejemplo. En este último año, el Chelsea, propiedad de un consorcio estadounidense en la actualidad, ha costado 200 millones como quien lava. Por lo demás, es décimo en la Premier League.

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