Lun. Abr 29th, 2024

Pasaban dos minutos de las once y el diputado republicano mike rogers parecía no poder más, tras tres días de bloco absoluto en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Al filo de una bancada en la qu’estaban los rebeldes de su partido que se negaban a catar la disciplina de partido, la cara se le enrojeció, double el torso hacia adelante y dijo con el índice izquierdo a Matt Gaetz, uno de los líderes de esta insurrección. Parecía que fuera a saltarle encima y para evitar que llegaran a las manos, un compañero de filas, ricardo hudsonvino por detrás, tapó la boca y se lo llevó.

El caos que reinaba en la Cámara de Representantes la noche del 6 de enero era absoluto, un espectáculo digno de una película de ficción, o más del gusto del parlamento británico o inclusive italiano. La pizza llegaba en cajas de carton rojas a los despachos; los padres noveles y sin niñera votaron con sus niños al brazo, y otros pasaron las horas sentados, leyendo novelas y hasta ensayos de autoayuda como ‘El arte de que todo te import un carajo’.

Por un voto, uno solo, había fracasado el candidato republicano Kevin McCarthy en su decimocuarto intent de hacerse con la presidencia de la Cámara de Representantes, y parecía que todas sus concesiones y humillaciones habían déembocado en un estrepitoso fracaso. Sus señorías, agotadas, sin nada que hacer ante el hecho de que a partir de ya mismo dejarían hasta de recibir su salario, parecían resignadas a parar y seguir el lunes.

En un momento, la diputada republicana marjorie taylor greene, que hasta hace nada era la musa populista y en semanas recientes se ha moderado, se paseaba agitando un teléfono, que iba ofreciendo a los insurrectos. Por la mirilla de las cámaras fotográficas de largo alcance, los reporteros gráficos capturaron la pantalla: era una llamada de ‘DT’, el capo, Donald Trump. Parecía que el expresidente, líder espiritual del reducto rebelde, pasó finalmente a la acción, después de limitarse a mandar comunicados pidiendo unidad con la boca pequeña.

efecto triunfo

Las llamadas de Trump tuvieron un efecto inmediato. El líder rebelde Gaetz levantó, caminó hasta McCarthy, el candidato al que juró detruir, y le cogió por el brazo con una mirada que parecía conciliadora. Alivio Republicano. “¡Una plus!”, gritó el grupo parlamentario desde la bancada, como quien pide al pinchadiscos una última canción al cierre del local. Los últimos rebeldes se abstuvieron. McCarthy obtuvo 216 votos, el mínimo imprescindible para lograr la presidencia de la cámara. En cuestión de minutos recibió el simbólico malete y comenzó tras tres días de bloco el curso legal número 118 de la historia de EE.UU.

Mientras McCarthy fue a la nación, a unas horas intempestivas, su equipo le preparó el despacho. Al salir ya pasada la 01.00 de la madrugada del sábado, sobre el gran despacho junto al hemiciclo ya colgaba el cartel de madera nueva, recién grabado: «Kevin McCarthy, presidente de la Cámara». Ahora falta ver cuánto dura, dado que una de sus grandes claudicaciones ha sido la posibilidad de someterse a una moción de confianza de ma si permanente.